viernes, 23 de abril de 2010

FLANAGAN,metiendo la nariz en el potage



Se me amontonan los casos misteriosos estos días y mi hermano, Walter, seguro andará perdido en algún lugar infecto, que es lo que le va, perdiendo el tiempo como de costumbre, sin una perra chica y hecho un pichatriste que cuenta cuentos a las putas, a ver si alguna se compadece y lo convida a un zumo de melocotón con coñac.
Menos mal que apenas tenemos competencia, que Vestre, desde que la unión europea exigió la licencia ya trabaja apenas. Malvive buscando cartones que luego vende a un gitano que va siempre con su burro, su perro y un zagal que no sé si será suyo. Un día le preguntaré que cómo hace para organizar tanto zipi zape y que lo encierren en la cárcel del ayuntamiento consiguiendo así su propósito de jalarse un bocadillo de cutibamba, como hizo el otro día, soltándolo enseguida. Porque lo de donar sangre en el ambulatorio, donde también mercaba bocata y refresco, se le acabó, lo dieron por inservible tras descubrir que tenía unos bichujos raros en el plasma; y la lotería de las papas con ajo en las fiestas de la Salud también es historia, él y otros como él tuvieron la culpa de que desaparecieran, porque asomaban por allí para irse a su casa más cargados de papas que la burra de Juan Valdés.
Quiso apuntarse hace poco a un cursillo de cocina de estos del gobierno, en el que aparte de aprender de un afamado y exitoso chef de la localidad, cobrando mil y pico eurones/mes, podía comerse el material escolar. Pero ah amigo, para formar parte de la prestigiosa escuela de hostelería no sabía que tenía que ser antes miembro de una sociedad secreta, de elegidos, de un club iniciático (con lo que le gustan los clubes), lo que supuso que sólo esos pocos de una escogida élite pudieran llegar a ser discípulos/as del famoso cocinero, media punta y un mellao de estrella michelín.
Por cierto, tengo abandonado ese expediente, el de los requisitos para entrar en los cursillos. La verdad es que después de muchas pesquisas no he avanzado nada y aquí nadie acaba teniendo claro porque unos/as entran y otros/as, quizás con más necesidad, no. Lo de los profesores está claro, vienen avalados por su prestigio profesional-la guía michelín-, aunque digan las malas lenguas de las marujonas y los chupalcuzas que es más bien por parentelas y amistades. Como que me llamo Tempelton Flanagan que tengo que dar con la tecla, pero es jodido, por mis muertos, últimamente tantos misterios lo único que me traen son chichones en la cabeza (y suerte tuve de salvar el ojarasco). A ver si aparece el zorruno de Walter y asomamos los hocicos para husmear por el restaurante/escuela, si es que lo pillamos abierto, que ese es otro misterio.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Saca la nariz del potaje que huele muy muy muy muy muy muy mallllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll, y coge la sandia que hay tajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Anónimo dijo...

los susodichos alumnos quien son pa poder comentar

Silvestre López Puche dijo...

Que bordes los Flanagan,a ellos tampoco los cogieron
para el cursillo.
Haber si en el de el Arguiñano tienen mas suerte

Anónimo dijo...

Son gente que seguro va a montar algun restaurant
o van a ir corriendo a trabajar en algun bar o
hotel,todos han tenido relaccion con la cocina,
gastronomia o restauracion en general y han salido
perfectamente preparados para hacerle la competencia
al Arguiñano

Anónimo dijo...

Que se pongan en la cola palan ambulatorio, pa limpiar chapas, pa quitarle el robim, por lo menos meten a 2 mas 4 mas 10 no mas ¿cuantos? 22,22,22,22, como eran el pulga y el limterna

Anónimo dijo...

Se oye por los mentideros que junto a Vestre y Los Flanagan, van a abrir una agencia de detectives nueva en el local donde estaba antes la tiendecilla de arriba en el cabecico, Juan el obispo y juan miquel el chulo. Ya le han encargao el rótulo al Frías y todo.