No tardo en darme contestación, le había dicho al senador Diegustinus que yo hacia poco gasto,que apenas comía y que gustaba el andar mirando salamanquesas y tochas,asi que iluminado encontró mi trabajo perfecto y así amigo,me vi enrolado en las legiones como ojeador en la cohorte del Escipión de los testiculus,desde el respeto lo digo.
Gomite en todos los mares,oceanos,lagos y charcos del marenostrum y algún mare tambien desconocido y entre arcada y arcada, el viejo Franciscuchus me daba clases de mi ocupación futura-Mientras ellos caminan por lo llano ,tu y yo por los cerros,cuando ellos se solacen con iberas ,nosotros encontraremos reposo con las cabras u con suerte algun cabrero y cuando a lo lejos veamos movimientos extraños de tropas o melicias,encenderemos fuegos con pleita y gritaremos-CUIDIAO,CUIDIAO,QUE SUS ATACAN-No tarde en asimilar mi misión, mas tarde en aguantar el gomito y cuando ya lo tenia controlado llegamos a la fértil Iberia.
Siete suelas de cañamo deje en aquellos cerros,bajando y subiendo y ojeando la lejanía y escuchando las historias de fornicio que a mi compañero gustaba de narrar al calor de una fugaz comida, ora rata, ora zorra y alguna vez liebre de gorda cabeza y ojos como platos,como si la pedrada les hubiera dejado cara de sorpresa.
Por la festividad de Jupiter llegamos a Egesta y tuvimos permiso para llegarnos al lujoso pueblo de grandes arcos triunfales,de templos lujosos y lupanares de cinco estrellas,donde las vestales bailaban enseñando cacho y la enfermería se alzaba metálica e inexpugnable a pesar de las miserias que sus pobladores aguantaban.
Yo que en los doce meses que llevaba de legionario no habia tenido coyuntura con moza alguna y solo una borrega perdida fue alivio de los calentones que Franciscuchus me producía con su retaila,tirome de cabeza sobre los senos gordos y sudaos por cien legionarios que se me habían adelantado de una de aquellas `virgenes´ y allí, allí perdí la conciencia,
Dos semanas después desperté en una cochinera,sin uniforme ni bolsa,con la boca seca y dolorido el culo de alguna experiencia traicionera que me dejo esta cojera incomoda.
Supe por los tiestos que habia por la ciudad, que marchose el Escipion y su ejercito y como nadie le avisara,porque Franciscuchus tampoco apareciera en su puesto de ojeador,tropezose el general con los Cartageneros cabreaos y que hicieron lumbre con su cohorte y brasas con su juvenil persona,alli en donde ahora llaman el sepulcro del Escipion.
Yo me quede en esta tierra donde me acogieron sin escrupulos y me dieron cargo en el
Ayuntamiento como Barredorum sumun y no echo en falta a mis Dioses a pesar de lo bien que me sirvieron ,cambiando mi cojera por una navajada en aquella batalla donde to lo hicieron polvo,y posiblemente murieron mís amigos Tiburcio Sugrañes y collejus
Perversus.
Aquí en esta tierra donde se cruzan los caminos nieva como en las colinas de Roma,
¡Mira con que belleza nieva en esta tierra¡¿Quién querria volver al viejo Imperio de Tiberio?



